Vemos cada día con más asombro como el sector de la cosmetología, se ha expandido tanto, que ha llegado al usuario final, nuestros usuarios…
Las grandes multinacionales han optado por apostarle a producir replicas masivas de tecnología estética, es así como los mercados digitales están inundados de versiones “portátiles” o versiones para uso casero, si lo miramos desde una perspectiva optimista y partiendo de la buena fe, dichas empresas quieren permitir que las mujeres en general puedan acceder a los beneficios de los cuidados profesionales de la piel, desde la comodidad de su propia casa a un costo muy bajo. ¿Qué tan efectivos son estos equipos? solo los estudios clínicos podrían comprobarlo y el respaldo de los registros legales, situación que sabemos que todas esas importaciones no pueden cumplir. La incógnita es grande, pero no podemos negar que la mayoría de ellos si actúan estimulando el metabolismo celular, por medio de emisiones ultrasónicas, vibraciones, fotoestimulos, etc, todas claro está, a unas intensidades tan mínimas, que debes usarlos de por vida, si quisieras conseguir los efectos, que ofertan tan fácilmente…
Sin embargo, no podemos negar que es la realidad y la tendencia está inclinándose irremediablemente, a que todos podemos aprender a realizarnos nuestros tratamientos sin tener que asistir a un centro de estética.
Las razones de este fenómeno considero son múltiples y podría escribir todo un artículo sobre ello, pero ahora me urge retomar lo que años atrás vengo recalcando; debemos dejar de resistir el cambio y cambiar nosotros. La visión del ejercicio de la cosmetología debe tener un enfoque personalizado, no podemos seguir clonando protocolos como si todas las pieles fueran iguales, y aunque casi lo son, casi; no existe, todas las pieles tienen necesidades diferentes, características diferentes, por ende, requieren tratamientos diferentes, aunque en realidad sean pequeñas esas diferencias, nos hacen infinitamente distintos.
La única forma en que podemos ejercer una cosmética personalizada, es diseñando los tratamientos individualmente y esto solo se logra bajo el fundamento del diagnóstico cutáneo.
El profesional de la cosmetología es necesario, pero estamos permitiendo que el inconsciente colectivo lo olvide.